La Virgen de San Nicolás es venerada por miles de fieles desde que, el 25 de septiembre de 1983, se produjo su primera aparición ante Gladys Motta, una vecina de San Nicolás de los Arroyos, en la provincia de Buenos Aires.
Según su testimonio, mientras rezaba un rosario en su habitación, la Virgen vestida de azul apareció con el niño Jesús en brazos, ofreciéndole un rosario iluminado. Este hecho marcó el inicio de varias manifestaciones reconocidas como milagrosas por los creyentes.
La repercusión de las apariciones creció con los años, hasta que en 2016 la Iglesia Católica reconoció oficialmente estos eventos mediante un decreto del obispo de San Nicolás, Monseñor Héctor Cardelli. Desde entonces, la devoción hacia la Virgen se consolidó, convirtiéndose en un momento especial de encuentro para miles de personas. Uno de los hitos más significativos ocurrió en 2013, cuando medio millón de peregrinos se reunieron en San Nicolás para celebrar los 30 años de aquel acontecimiento.
Hoy, cada 25 de septiembre se recuerda con fervor a la Virgen de San Nicolás, convirtiéndose en una fecha emblemática para la comunidad católica argentina. El lugar se transforma en un centro de oración, agradecimiento y pedidos, donde los fieles renuevan su fe y acercan sus intenciones a la Virgen, esperando consuelo y protección.
Una de las formas más utilizadas por los creyentes para acercarse a ella es mediante la oración de consagración:
¡Oh Madre, quiero consagrarme a ti!
Virgen María, hoy consagro mi vida a ti
siento necesidad constante de tu presencia en mi vida.
Para que me protejas, me guíes y me consueles.
Sé que en tí mi alma encontrará reposo
y la angustia en mí no entrará.
Mi derrota se convertirá en victoria
mi fatiga en ti fortaleza es.
Amén.
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