El 20 de septiembre de 1904, durante la presidencia de Julio Argentino Roca, se sancionó la Ley 4.349, que dio origen a la Caja Nacional de Jubilaciones y Pensiones. Fue la primera norma en reconocer beneficios previsionales en la Argentina, aunque en aquel momento alcanzaba únicamente a empleados públicos del Estado Nacional que se retiraban por edad avanzada. Desde entonces, la normativa se fue ampliando hasta abarcar a la mayoría de los trabajadores del país.
En la actualidad, para acceder a la jubilación ordinaria se deben cumplir dos requisitos básicos: tener una edad mínima (65 años en el caso de los hombres y 60 en el de las mujeres) y contar con 30 años de aportes registrados. Sin embargo, existen variantes adaptadas a diferentes situaciones laborales o personales, como la jubilación por edad avanzada, la jubilación anticipada, el retiro por invalidez o los regímenes especiales para trabajadores con discapacidad.
Del mismo modo, el sistema previsional contempla pensiones en casos específicos, como el fallecimiento de un trabajador o jubilado, así como pensiones no contributivas por vejez, honoríficas para veteranos de guerra o destinadas a ganadores olímpicos y paralímpicos. Estas alternativas buscan dar cobertura a sectores que, por distintas razones, no llegan a cumplir los requisitos tradicionales.
En 2025, el haber mínimo jubilatorio en Argentina se ubica en $326.362,44, al que se suma un bono extraordinario de $70.000 para quienes perciben la jubilación mínima, totalizando $396.362,44. El haber máximo también fue ajustado, pasando a $2.196.110,25. Además, en septiembre se aplicó un aumento de aproximadamente 1,90 % en los haberes mínimos, pensiones y asignaciones, en línea con el índice de inflación de los meses previos.