El padre Pancho, al frente de la iglesia Santa Rosa de Lima de Oliveros, compartió en IRÉ su reciente experiencia en Roma, que coincidió con la histórica despedida del Papa Francisco y la elección del nuevo pontífice, León XIV, con quien mantuvo un vínculo una misión para latinoamerica entre los 90 y los 2.000. “Me llena de alegría saber que es una persona muy buena, con una espiritualidad profunda de unidad y amor”, destacó.

En diálogo con IRÉ relató que su viaje fue una invitación de amigos que residen en el norte de Italia, y que, aunque planificado desde antes, terminó coincidiendo con un momento clave para la Iglesia: “Llegué el lunes después de Pascua, y justo ese día Francisco partió al cielo”, recordó conmovido. “Lo quiero muchísimo, le abrió todas las puertas a la Iglesia”, sumó.

El sacerdote expresó su emoción al visitar la tumba del Papa emérito en la Basílica de Santa María, un gesto simbólico de humildad y sencillez: “Solo está su nombre en una lápida en el piso, como él pidió. Era tanta la gente que apenas se podía detenerse a rezar”. Luego, continuó su peregrinación hacia San Pedro, en un Vaticano colmado de fieles de todo el mundo.

“Solo está su nombre en una lápida en el piso, como él pidió. Era tanta la gente que apenas se podía detenerse a rezar”

La sorpresa y la emoción fueron aún mayores cuando, tras la fumata blanca, el elegido fue el cardenal Robert Francis Prevost, hoy León XIV, con quien Pancho compartió varias reuniones durante los años 90 en Latinoamérica, cuando ambos eran formadores en la Orden de San Agustín. “Nos reunimos en Panamá, en Perú y en otros encuentros. No diría que somos amigos, pero él sabe quién soy yo y yo sé quién es él. Me llena de alegría saber que es una persona muy buena, con una espiritualidad profunda de unidad y amor”, afirmó.

“Me llena de alegría saber que es una persona muy buena, con una espiritualidad profunda de unidad y amor”

El padre Pancho remarcó que León XIV representa un liderazgo que mantiene vivo el espíritu abierto de Francisco, pero con su propia impronta. “Tiene mucho del carisma agustiniano. Su mensaje de amor, de comunidad, de caminar juntos, me conmovió profundamente desde que salió al balcón”.

Finalmente, recordó que en su paso por Rosario en 2004, Prevost visitó la comunidad agustina local, de la que Pancho era párroco. “Ya entonces se notaba su capacidad de animar, de guiar sin imponer. Hoy es el Papa, y eso nos da esperanza”.

Desde Oliveros, ya comenzó también a gestarse la organización de la fiesta de Santa Rosa, con una propuesta que integrará el espíritu religioso y comunitario. “La fe se vive compartida, como decía San Agustín, y eso también se celebra”, cerró Pancho, emocionado por el nuevo rumbo de la Iglesia.

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