Cada 3 de septiembre se conmemora en Argentina el Día del Ferretero, una fecha que recuerda la creación en 1905 de la Asociación de Ferreterías, Pinturerías y Bazares de la República Argentina. Este organismo surgió con el objetivo de unir a los profesionales del sector, defender sus derechos y establecer criterios que mejoraran la atención al público. En 1933 adquirieron su primera sede en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, y con los años se expandieron a distintas ciudades del país. En 1997, la asociación pasó a llamarse Cámara de Ferreterías y Afines de la República Argentina (Cafara), consolidando su presencia institucional.
Las ferreterías cumplen un rol fundamental en la vida cotidiana: proveen materiales para construcción, reparación del hogar, electricidad, mantenimiento, limpieza y fumigación, entre otros. Los ferreteros deben conocer cada producto, su uso correcto y las precauciones necesarias. Además, suelen ofrecer soluciones prácticas ante problemas domésticos, asesorando a quienes buscan planificar reformas o reparaciones. Estos comercios se encuentran en casi todas las ciudades y pueblos del país.
Más allá de su función esencial, la figura del ferretero también forma parte del humor popular. En el Día del Ferretero se recuerdan chistes clásicos que juegan con situaciones cotidianas del rubro:
Serrucho
-Cliente: Hola, ¿hablo con la ferretería?
-Ferretero: Si, ¿en qué lo podemos ayudar?
-Cliente: Mire, le hablo por el serrucho.
-Ferretero: ¿En serio? ¡Qué bien se escucha!
Cierres y sierres
Entra un señor en la ferretería y pregunta: “¿Tienes serruchos?”
-Ferretero: No.
-Cliente: ¿Y sierras?
-Ferretero: A las ocho.
Estas bromas reflejan la cercanía de los ferreteros con su comunidad y la manera en que su oficio, además de ser indispensable, se integra al humor cotidiano de los argentinos. Entre clavos, tornillos y el eterno “cosito del coso”, el Día del Ferretero celebra más de un siglo de historia, dedicación.