El cierre de 2025 y el inicio de 2026 llegan marcados por un cielo astral poco frecuente, que coincide de manera especial con el calendario gregoriano. Según el análisis astrológico compartido en el último encuentro de IRÉ, el 1° de enero no será una fecha más: simboliza el final de un gran ciclo y el comienzo de otro completamente nuevo.

La clave de este cambio está dada por la entrada de Mercurio en Capricornio, generando un potente stellium junto a Venus, Marte y el Sol. Esta configuración activa una energía de orden, compromiso y concreción, ideal para sentar bases firmes de cara a un nuevo comienzo.

Del Año 9 al Año 1: De la introspección a la acción

Desde la numerología, 2025 fue un Año 9, representado por el arcano del Ermitaño: un tiempo de introspección, replanteos y derrumbe de estructuras que ya no sostenían. Un año que invitó a mirar hacia adentro, atravesar soledades necesarias y revisar profundamente el sentido de lo construido.

En cambio, 2026 inicia como un Año 1, regido por el arcano del Mago: Creación, iniciativa y responsabilidad. Un año donde cada persona contará con las herramientas necesarias, aunque no perfectas, para crear su propia realidad, siempre que exista coherencia entre pensamiento, acción y compromiso.

Tensiones mentales y claridad progresiva

La previa al Año Nuevo estará atravesada por una cuadratura entre Mercurio en Sagitario y Saturno en Piscis, generando una sensación de confusión mental, pesadez y dificultad para enfocar objetivos. A esto se suma una Luna en Géminis el 31 y el 1°, que puede intensificar la verborragia y la dispersión si no se escucha la voz interna.

La buena noticia es que esta tensión se disuelve a partir del 1° de enero, cuando Mercurio ingrese en Capricornio, aportando claridad, foco y capacidad de planificación.

La Luna, el valor personal y las decisiones clave

En la antesala, el cuarto creciente en Tauro pone el foco en el valor personal, los recursos, el cuerpo y el trabajo. Es un momento clave para revisar tarifas, decisiones laborales, emprendimientos y la relación entre esfuerzo, tiempo y retribución.

El mensaje es claro: No será sostenible aquello que no tenga sentido, alma o coherencia interna. El 2026 exigirá compromisos reales, tanto con uno mismo como con los vínculos y proyectos. Lo que no sea recíproco tenderá a disolverse.

Trabajo con alma y abundancia consciente

El nuevo ciclo propone un cambio profundo de paradigma:
👉 el trabajo deja de ser solo materia y pasa a ser propósito, servicio y expansión interna.
👉 la abundancia no se mide solo en dinero, sino en experiencias que nutren.

Saturno aún en los últimos grados de Piscis indica el cierre de viejos aprendizajes kármicos ligados al sacrificio y al sufrimiento. A partir de marzo, se abrirá una etapa decisiva para emprendimientos con sentido y vocación auténtica.

Ritual de inicio: Conectar cielo y tierra

Para acompañar este comienzo iniciático, se propuso un ritual simple y accesible, basado en la intención consciente:

  • Colores: blanco y dorado

  • Elementos:

    • Agua en una copa (con laurel o sal marina)

    • Una vela blanca

    • Citrino o monedas como símbolo de prosperidad

    • Canela (para soplar en la puerta del hogar o negocio)

El objetivo no es “pedir” sin accionar, sino alinear intención, decisión y compromiso, tal como lo representa el arquetipo del Mago: Unir el cielo y la tierra.

Un año para asumir el propio poder

El mensaje final es contundente: 2026 será un año de creación consciente, pero exigirá disciplina, descanso, coherencia y responsabilidad emocional. No se trata de hacer más, sino de hacer con sentido.

Cerrar 2025 con gratitud y abrir 2026 con presencia será la verdadera llave de este nuevo ciclo. Un año para decidir, comprometerse y construir la realidad que cada uno desea habitar.