Con apenas 17 años, Máximo Bazzana, oriundo de Andino, tuvo un inicio ideal en el campeonato nocturno de motocross que comenzó el fin de semana en Laboulaye, al quedarse con el primer puesto en su categoría durante la fecha inaugural de un certamen que se disputará en cuatro jornadas. El logro no solo lo posiciona entre los protagonistas del torneo, sino que también refleja un proceso de crecimiento sostenido.

La victoria fue el resultado de años de esfuerzo, entrenamiento y acompañamiento familiar, en un deporte exigente tanto desde lo físico como desde lo mental. Para Máximo, el motocross no es solo una competencia: Es una pasión que lo acompaña desde la infancia y que hoy se transformó en un proyecto deportivo con metas claras.

Una pasión que nació en casa

Su vínculo con las motos comenzó temprano. Máximo recuerda con nitidez el primer momento arriba de una: “Tenía 9 o 10 años cuando manejé por primera vez la moto de mi papá, una XTZ 125, y fue una de las cosas más lindas que había disfrutado hasta ese momento”. Aquella experiencia despertó una pasión que no se apagó con el tiempo.

Sus inicios en el motocross fueron modestos y muy ligados al entorno familiar. Comenzó entrenando con esa misma moto, adaptada para la disciplina, dando sus primeros pasos en circuitos cercanos a Andino y aprendiendo desde la práctica y la constancia.

Crecer también es superar momentos difíciles

El camino no fue lineal. Este 2025 significó un salto importante en su carrera al subirse por primera vez a una moto de 250 cc, un cambio que implicó mayores exigencias físicas y psicológicas. Máximo reconoce que fue un año complejo, pero destaca que nunca bajó los brazos, y que ese proceso lo ayudó a fortalecerse.

Entre las competencias que marcaron su recorrido, hay una que ocupa un lugar especial. “La carrera que más me marcó fue en noviembre del año pasado, cuando gané por primera vez con la 230. En la primera manga tuve una caída en la largada y remonté desde atrás”, relata, como una clara muestra de resiliencia y determinación.

Al hacer un balance de estos dos años, entiende que el motocross le dejó aprendizajes que trascienden la pista: Disciplina, responsabilidad, coraje y la convicción de pelear por los objetivos personales.

Ganar de noche, ganar con sacrificio

La primera fecha del campeonato nocturno en Laboulaye fue especial desde el inicio. “Apenas llegamos al circuito venía mentalizado en dejarlo todo para poder ganar”, asegura. La lluvia caída la noche previa dejó la pista en condiciones ideales y terminó siendo el escenario perfecto para su victoria.

El momento de bajarse de la moto quedó grabado en su memoria. “Me sentí muy feliz, porque habíamos hecho mucho sacrificio para poder ir y haber ganado fue lo mejor que me pudo pasar”, expresó tras quedarse con el primer lugar.

Correr de noche presenta desafíos distintos. Máximo explica que la humedad, la menor visibilidad y el oxígeno disponible cambian por completo las sensaciones arriba de la moto respecto a una competencia diurna.

Un estilo de vida y un sueño claro

Su preparación combina gimnasio, trote y bicicleta, además de entrenamientos constantes en el circuito local. En el plano mental, el acompañamiento es clave: Su papá, su mamá y Juan, un amigo que lo acompaña en cada entrenamiento y carrera, cumplen un rol fundamental.

Para Máximo, el motocross va más allá del resultado de una carrera. “Es un estilo de vida”, afirma. Y su objetivo está bien definido: Llegar a competir en el Campeonato Argentino, el gran sueño que lo motiva a seguir entrenando día a día.

Antes de cerrar, deja un mensaje para quienes todavía dudan en animarse: “Si pueden practicar, que lo hagan. Con cualquier moto se puede disfrutar, es un deporte muy hermoso y se conoce a gente muy linda”.