El 19 de septiembre, Verónica Ríos vivió uno de esos momentos que marcan. Había ido junto a su marido y su hijo a comprar a un local de San Carlos y San Juan, en San Lorenzo. Dejaron la moto trabada y con el casco puesto. Entraron un minuto, apenas el tiempo para buscarle una pistolita de juguete a su nene. Cuando salieron, la moto ya no estaba.
“Se me venció el seguro porque mi marido estaba sin trabajo, y la moto era todo para nosotros“, contó Verónica. “La usamos para trabajar, para hacer los repartos de las rosquitas y prepizzas que vendemos. Era nuestro medio de vida“.
El golpe fue duro. Por el robo, Verónica sufrió depresión y ataques de ansiedad, y en medio del desconcierto llegó a ser víctima de una estafa: Transfirió $30.000 a alguien que le prometió devolverle la moto y terminó en la guardia por una crisis de pánico. “Yo lo subía todo a TikTok, porque quería que la gente vea que no es solo una moto: Es todo lo que te cuesta conseguir algo y el dolor que te da que te lo saquen“.
A través de esa red social, Verónica empezó a recibir muestras de apoyo de vecinos de San Lorenzo y alrededores. Con sus seguidores lanzó una rifa para poder comprar una moto usada, mientras seguía pagando las cuotas de la que le habían robado. “Yo solo quería tener algo para poder seguir trabajando. La gente me ayudó muchísimo. Incluso me compartieron desde medios locales y me donaron dinero para los números”.
Entre esos mensajes de aliento apareció el de Micaela, una policía que la seguía en TikTok y se conmovió con su historia. Desde el primer día, Micaela le pidió fotos, número de motor y de cuadro, y puso la moto en alerta con sus compañeros. “Siempre me decía que tenga fe, que Dios iba a hacer su parte“, recordó Verónica.
El 10 de octubre llegó la noticia que parecía imposible: La moto había aparecido. “Mica me llamó y me pidió los datos otra vez. Un rato después me dice: ‘Vero, encontramos tu moto’. No lo podía creer. Me agarró un ataque de pánico, empecé a gritar, se me cerró el pecho. Vinieron mi mamá y mi hermana corriendo. Fue una emoción enorme”.
La moto estaba intacta, solo tenía roto el encendido. “Los policías fueron un amor, me ayudaron a ponerla en marcha. Me dijeron que no les llevara nada, que era su trabajo, pero hicieron mucho más que eso”.
Después del reencuentro, Verónica publicó un video contando la noticia y agradeciendo a todos los que la habían acompañado. También cumplió con lo prometido: Realizó el sorteo de la rifa y publicó los ganadores con total transparencia.
“Esta historia me devolvió la fe en la gente”, dice hoy. “Hay mucha maldad, pero también hay personas buenas que te tienden la mano. Y eso vale más que cualquier cosa.”