Para los que buscan un viajecito desde cualquier parte del país y conocer una Argentina diferente, ver opciones de transporte es el primer paso para sumergirse en los kilómetros que los separan del puerto más importante después del de Buenos Aires.
El Monumento a la Bandera, el símbolo que no falla
Imposible hablar de Rosario sin mencionar su atracción más emblemática. El Monumento Nacional a la Bandera se inauguró en 1957, pero su historia arranca mucho antes: en 1812, cuando Manuel Belgrano izó por primera vez la bandera argentina en las barrancas del río Paraná.
El lugar no es sólo atractivo para realizar las fotos con la postal obligatoria de la ciudad, sino que subir a la torre por ascensor hasta los 70 metros de altura regala vistas espectaculares del río Paraná y de toda la ciudad. Dentro del monumento funciona el Patio Cívico con exposiciones sobre la independencia argentina, y en la Cripta de Belgrano se encuentra una escultura en homenaje a quien creó nuestra bandera.
Lo que pocos saben es que el Pasaje Juramento conecta el monumento con la Plaza 25 de Mayo. Sobre este pasaje se encuentran las esculturas de Lola Mora que para muchos puede pasar desapercibido, pero que merece un momento de contemplación.
Plaza 25 de Mayo, el corazón que late desde el Siglo XVII
El centro histórico de Rosario se concentra en esta plaza que existe prácticamente desde que la ciudad nació, a finales del siglo XVII La Basílica Nuestra Señora del Rosario que la rodea tiene una historia particular: se levantó donde estaba la capilla que daba asistencia espiritual al primer asentamiento urbano.
Alrededor de la plaza también están el Palacio Municipal y el Palacio del Correo, edificios que mantienen esa arquitectura que te transporta a su época burguesa. Es un buen punto para arrancar cualquier recorrido histórico, porque desde ahí se puede caminar hasta el Museo Municipal de Arte Decorativo Firma y Odilio Estévez.
Parque de la Independencia, el pulmón verde con historia
Inaugurado en 1902, este parque de 1,26 km² fue diseñado por Carlos Thays, el mismo paisajista francés que trabajó en Buenos Aires. No es solo un espacio verde cualquiera: adentro funciona el Museo Municipal de Bellas Artes Juan B. Castagnino, que tiene obras de Prilidiano Pueyrredón, Pettorutti, Berni y Quinquela Martín.
El parque también guarda el Museo de la Ciudad de Rosario y el Museo Histórico Provincial. Pero lo que más llama la atención son las instalaciones deportivas: ahí están las sedes del Club Atlético Newell’s Old Boys y del Club Gimnasia y Esgrima, dos instituciones con más de un siglo de historia.
Entre los jardines temáticos, el lago artificial con fuentes de aguas danzantes y el calendario floral, es fácil perderse una tarde entera sin darse cuenta.
Museo de Arte Contemporáneo (MACRo), arte en un silo recuperado
Inaugurado en 2004, el MACRo se instaló en un antiguo silo a orillas del río Paraná. Esa ubicación no es casualidad: Rosario siempre tuvo una relación íntima con el Paraná, y transformar un edificio industrial en espacio cultural refleja perfectamente el espíritu de una ciudad que se reinventa.
Tiene una amplia colección de arte contemporáneo argentino, así como obras de arte experimentales de artistas internacionales. Si la arquitectura del edificio en sí ya vale la visita, podemos mencionar que la pintura exterior del museo tiene carácter de obra efímera que se renueva por concurso nacional cada tres años.
Boulevard Oroño, elegancia de otra época
Este paseo concentra algunas de las mansiones más imponentes que se construyeron cuando Rosario vivía su época dorada de principios del siglo XX. Caminar por el Boulevard Oroño es como hacer un viaje en el tiempo: las casas de estilo francés y las construcciones art nouveau cuentan la historia de una burguesía que se enriqueció con el puerto y el comercio.
Al final de su recorrido se puede acceder desde varios puntos a la costanera del Paraná. Es una zona perfecta para combinar arquitectura histórica con gastronomía, porque los restaurantes del área mantienen esa estética elegante pero relajada que caracteriza a Rosario.
Una ciudad que se deja querer
Rosario tiene la particularidad de ser una ciudad grande pero que invita a transitar caminando, histórica pero moderna, portuaria pero refinada. Sus atractivos no están dispersos como en otras ciudades: todo se concentra en un radio que se puede recorrer tranquilamente a pie o en bicicleta, no muy lejos del río que la vio nacer.
La realidad es que cada rincón esconde historia, desde las barrancas donde Belgrano izó la bandera hasta los barrios que vieron crecer a figuras como Fontanarrosa y Fito Páez. Para quienes buscan una Argentina auténtica, sin el ajetreo de Buenos Aires pero con toda la riqueza cultural del país, Rosario siempre queda cerca.