Cada 7 de agosto, miles de personas se congregan en el Santuario de San Cayetano, para rendir homenaje al santo conocido como el patrono de la prosperidad económica. La jornada, que coincide con el aniversario de su fallecimiento, se convirtió en un evento de gran trascendencia en Argentina, especialmente en tiempos de dificultades económicas. Los fieles acuden al santuario para agradecer, pedir por trabajo, alimento o simplemente renovar su fe en medio de las adversidades.
La historia de San Cayetano comienza en Vicenza, Italia, el 1º de octubre de 1480. Proveniente de una familia acomodada, Cayetano estudió Derecho en la Universidad de Padua, pero fue en Roma donde se ordenó sacerdote y fundó la Orden de Clérigos Regulares Teatinos. Esta orden promovía una vida austera, de oración y servicio a los más necesitados. San Cayetano dedicó su vida a la caridad, fundando instituciones como los Montes de Piedad, antecesores de los actuales bancos públicos. Falleció el 7 de agosto de 1547 en Nápoles.
Aunque su canonización ocurrió en el siglo XVII, la relación de San Cayetano con el trabajo y la economía se consolidó en Argentina durante la década de 1930, en el contexto de la crisis económica global. Durante esos años de alta pobreza y desempleo, el sacerdote Domingo Falgioni, director espiritual de los Círculos de Obreros Católicos, promovió la figura de San Cayetano como intercesor por el trabajo y el pan. La imagen de San Cayetano con el Niño Jesús y una espiga de trigo se convirtió en un símbolo muy potente en los sectores más humildes de la sociedad argentina.
La figura del santo se fue afianzando en el país y, con el paso del tiempo, se consolidó como un protector ante la escasez de trabajo y recursos. Su devoción se convirtió en un acto de fe popular y una forma de pedir por la providencia divina en tiempos difíciles. La oración a San Cayetano, que muchos fieles recitan al acercarse a su imagen, expresa esa súplica por sustento, salud y bienestar. La creencia en el poder de su intercesión sigue viva en Argentina, donde cada año, el 7 de agosto, las filas de fieles frente a su santuario se alargan, buscando un poco de esperanza en momentos de incertidumbre económica.
El culto a San Cayetano no solo refleja una profunda devoción religiosa, sino también la necesidad de protección y esperanza ante las dificultades cotidianas. Su figura, más allá de ser un santo de la iglesia, se ha convertido en un símbolo de la lucha por el bienestar y la justicia social.
La oración a San Cayetano
Muchos fieles recitan una oración tradicional al acercarse a su imagen. Una de las más difundidas es la siguiente:
¡Oh glorioso San Cayetano! Aclamado por todas las Naciones; Padre de Providencia, porque con portentosos milagros socorres a cuantos te invocan con fe en sus necesidades. Te suplico me obtengas del Señor oportuno Socorro en las angustias presentes y sea ello prueba de la bienaventuranza eterna. Amén.
Santísima Trinidad, ¡oh Divina Providencia! Concédeme tu clemencia, por tu infinita bondad, arrodillado a tus plantas, a Ti portento de toda caridad, te pido por los míos casa, vestido y sustento.
Concédenos la salud, llévanos por buen camino, que sea siempre la virtud que guie nuestro destino. Tú eres toda mi esperanza, eres el consuelo mío, en Ti creo, en Ti confío. Que tu Divina Providencia se extienda a cada momento para que nunca nos falte casa, vestido, sustento y los Santos Sacramentos en el último momento.