Las efemérides del 23 de diciembre recuerdan el desenlace de la Tragedia de los Andes, un hecho que comenzó el viernes 13 de octubre de 1972, cuando el vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya, con destino a Santiago de Chile, se accidentó a más de 3.500 metros de altura. A bordo viajaban cinco tripulantes y 40 pasajeros, en su mayoría jóvenes rugbiers del club Old Christians y exalumnos del colegio Stella Maris.
Tras el impacto, parte del fuselaje quedó destruido y solo 16 personas lograron sobrevivir. En un entorno absolutamente hostil, con temperaturas extremas y sin recursos, improvisaron un campamento entre los restos del avión. Mientras tanto, el operativo de búsqueda fue suspendido a los diez días, al no hallarse rastros de la aeronave, y los pasajeros fueron dados oficialmente por muertos.
Aislados del mundo y enfrentados a una situación límite, los sobrevivientes apelaron a una fortaleza mental extraordinaria para resistir. Sin alimentos y con el paso de los días, tomaron la decisión extrema de recurrir a la antropofagia para mantenerse con vida, una elección que luego generaría un profundo debate ético y humano a nivel mundial.
El giro decisivo llegó cuando Fernando “Nando” Parrado y Roberto Canessa emprendieron una arriesgada expedición a pie en busca de ayuda. Tras diez días de travesía, lograron contactar al arriero chileno Sergio Catalán Martínez, quien dio aviso a las autoridades. Gracias a ese encuentro, el 23 de diciembre se concretó el rescate y se cerró una de las historias de supervivencia más impactantes de todos los tiempos.

