Cada 15 de noviembre, el mundo reflexiona sobre los riesgos del consumo de alcohol en el marco del Día Mundial sin Alcohol, una fecha promovida por la Organización Mundial de la Salud (OMS). El objetivo es visibilizar los efectos que esta sustancia tiene sobre la salud física y mental, además de promover hábitos de consumo responsable y políticas que reduzcan su impacto. Desde 2005, la OMS insta a los Estados a regular la venta de bebidas alcohólicas y a reforzar las herramientas de acompañamiento para quienes atraviesan situaciones de consumo problemático.
Los organismos internacionales advierten que el alcohol es responsable de unas 3,3 millones de muertes por año y está vinculado a más de 200 enfermedades. La Organización Panamericana de la Salud (OPS) identifica su relación directa con patologías graves como enfermedades cardiovasculares, distintos tipos de cáncer y cuadros depresivos. Los datos también revelan una marcada diferencia entre géneros: la mortalidad asociada al alcohol es del 4% en mujeres y del 7,6% en hombres, quienes además promedian un consumo anual mucho mayor.
El impacto no solo es sanitario, sino también social. El alcohol sigue siendo una de las principales causas de accidentes automovilísticos: estudios de Seguridad Vial señalan que tres de cada diez conductores manejan después de beber. Para enfrentar esta problemática, la OMS creó el Sistema Mundial de Información sobre el Alcohol y la Salud, con el fin de fortalecer el acceso a datos, promover la prevención y reducir las consecuencias de la adicción.
Dejar el alcohol trae beneficios inmediatos y de largo plazo. Al tratarse de una sustancia depresora del sistema nervioso, su interrupción mejora el estado de ánimo, la calidad del descanso y la capacidad de concentración. También reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, cáncer, diabetes y trastornos gástricos, además de mejorar la piel, el cabello y el funcionamiento del sistema inmune. Entre otros efectos positivos, se registra reducción de peso, recuperación de glóbulos rojos, aumento de la hidratación corporal y una mayor expectativa de vida. Incluso, su abandono contribuye a disminuir la tasa de suicidios, ya que entre el 25% y el 40% de estos casos están asociados al consumo de alcohol.

