El 29 de septiembre se celebra el Día Mundial del Corazón, una fecha impulsada por la Organización Mundial de la Salud (OMS), la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Federación Mundial del Corazón desde el año 2000. Su objetivo es generar conciencia sobre el impacto de las enfermedades cardiovasculares y fomentar la prevención, ya que constituyen la primera causa de muerte a nivel global. Según datos oficiales, cuatro de cada cinco decesos vinculados al corazón se producen en personas que ya presentan patologías coronarias previas.

La magnitud del problema queda reflejada en las estadísticas: la OMS estima que cada año mueren 17,9 millones de personas por enfermedades cardiovasculares. La cardiopatía isquémica representa el 16% del total de muertes anuales, con un crecimiento alarmante en las últimas décadas: pasó de causar 2 millones de muertes en el año 2000 a casi 9 millones en 2019. Además, los infartos y los accidentes cerebrovasculares afectan cada vez más a adultos menores de 70 años, lo que confirma la necesidad de reforzar las campañas de prevención.

Entre los factores de riesgo más frecuentes se destacan los antecedentes familiares, el colesterol elevado, la hipertensión, la diabetes, el tabaquismo, el consumo excesivo de alcohol, la obesidad, el sedentarismo, la mala alimentación y el estrés. La OPS también señala cuáles son las patologías más comunes en la región: la cardiopatía isquémica (73,6 muertes cada 100.000 habitantes) y los accidentes cerebrovasculares (32,3), seguidas por otras enfermedades circulatorias y cardíacas asociadas a la presión arterial o infecciones.

Los especialistas recomiendan acudir al médico para realizar chequeos periódicos y conocer el estado de salud integral, especialmente en pacientes con antecedentes familiares. Al mismo tiempo, señalan la importancia de incorporar hábitos saludables como realizar actividad física al menos tres veces por semana, dormir ocho horas diarias, controlar los niveles de glucosa y colesterol, y mantener una dieta variada rica en frutas, verduras y fibra. También sugieren limitar el consumo de sal, azúcares y grasas saturadas, y optar por proteínas magras como pollo o pescado en lugar de carne roja en exceso.

La salud mental también juega un papel clave en la prevención. Estrategias como la meditación, la terapia, el ejercicio físico o actividades que promuevan la relajación son fundamentales para reducir el estrés, uno de los principales detonantes de problemas cardíacos. En el Día Mundial del Corazón, la invitación es clara: adoptar pequeños cambios diarios puede marcar una gran diferencia en la calidad y en la expectativa de vida, contribuyendo a reducir la carga de enfermedades que hoy afectan a millones de personas en todo el planeta.