La tartamudez, también conocida como disfemia, es un trastorno que existe desde la antigüedad, cuando se le asignaron diversas causas y tratamientos. Hoy, en el Día Mundial de la Tartamudez, es un buen momento para reflexionar sobre la importancia de conocer este trastorno y las mejores formas de abordarlo. Según la fonoaudióloga Laura Castro Romero, vocal del Colegio Profesional de Logopedas de la Comunidad de Madrid y codirectora del Centro LOGOPEDIA LyG, la tartamudez se caracteriza por interrupciones involuntarias en el habla, como repeticiones o bloqueos, que van acompañadas de tensión en el cuello y la cara. Esta condición puede ser fuente de gran angustia para quienes la padecen, ya que afecta no solo la fluidez del habla, sino también la autoestima y las relaciones sociales.

El impacto emocional de la tartamudez es considerable. Muchas personas que tartamudean enfrentan sentimientos de ansiedad, estrés e incluso miedo a hablar en público o por teléfono. Laura Castro Romero explica que, a menudo, quienes interactúan con personas tartamudas intentan ayudar, pero sin querer, contribuyen a la frustración de la persona al interrumpir su discurso o terminar sus frases. “Lo realmente importante es lo que dicen y no cómo lo dicen”, señala la experta.

Aunque la tartamudez no tiene una cura definitiva, es posible controlarla y manejarla mediante tratamiento logopédico. La fonoaudiología juega un papel fundamental en el proceso de adaptación. La tartamudez, aunque presente durante toda la vida, puede compensarse y mejorarse, ofreciendo a las personas afectadas una mayor fluidez en su discurso y un manejo más adecuado de la respiración, la fonación y la entonación. De esta manera, la intervención profesional puede elevar la autoestima y facilitar las interacciones sociales y laborales.

Las causas de la tartamudez varían entre los individuos, pero suelen estar vinculadas a factores genéticos y ambientales. La experta explica que el ambiente de alta exigencia durante la infancia o antecedentes familiares de tartamudez pueden influir en la aparición del trastorno. Además, en los niños, la tartamudez puede ser temporal y desaparecer por sí sola, aunque algunos mantendrán esta condición hasta la adultez. En los adultos, existen diferentes tipos de tartamudez: espasmódica, con repeticiones de sílabas o palabras, y mixta, que combina ambos síntomas.

La intervención temprana y el tratamiento constante son esenciales para reducir el impacto de la tartamudez en la vida cotidiana, ayudando a las personas afectadas a mejorar su bienestar emocional y sus relaciones personales.