Cada 16 de octubre se celebra el Día Mundial de la Alimentación, una jornada impulsada por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) con el fin de visibilizar la importancia de una nutrición adecuada y el acceso equitativo a los alimentos. Desde su creación en 1979, esta fecha busca concientizar sobre los desafíos globales relacionados con el hambre, la desnutrición y las malas prácticas alimentarias que afectan a millones de personas.

La FAO tiene como principal objetivo erradicar el hambre en el mundo y garantizar que todas las personas puedan acceder a una dieta sana y suficiente. Para ello, el organismo elaboró la Escala de Experiencia de Inseguridad Alimentaria (FIES), una herramienta que evalúa la situación de vulnerabilidad alimentaria a partir de ocho preguntas sobre experiencias personales en el último año. Estas abarcan desde la preocupación por no tener suficiente comida hasta la necesidad de dejar de comer durante un día entero.

Con estos datos, la FAO construye un mapa global del hambre. Según sus últimos registros, entre 702 y 828 millones de personas enfrentaron inseguridad alimentaria el año pasado, lo que representa una alarma mundial sobre la distribución y el acceso a los alimentos. Esta cifra revela la urgencia de repensar los sistemas de producción y consumo, así como las políticas públicas destinadas a reducir la desigualdad.

Cada año, la FAO propone una consigna que guía las acciones de esta fecha. En esta edición, el lema “No dejar a nadie atrás” busca poner en foco a aquellas personas que aún hoy están excluidas del progreso, la innovación y el desarrollo económico. El organismo recuerda que millones de individuos no pueden costear una alimentación saludable, lo que los deja en riesgo de malnutrición y enfermedades crónicas.

En paralelo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) sostiene que una dieta balanceada es esencial no solo para mantener un peso saludable, sino también para prevenir enfermedades como la diabetes, el cáncer y los accidentes cerebrovasculares. Entre sus recomendaciones, destaca el consumo equilibrado de frutas, verduras, legumbres, frutos secos y cereales integrales, además de reducir la ingesta de sal, azúcares y grasas saturadas.

De esta manera, el Día Mundial de la Alimentación se presenta como una oportunidad para reflexionar sobre nuestros hábitos alimentarios y el impacto que tienen en la salud y el planeta. Repensar cómo producimos y consumimos los alimentos es clave para construir un futuro más sostenible, donde todas las personas puedan acceder a una nutrición adecuada y vivir con dignidad.