El 24 de noviembre se celebra el Día del Vino Argentino Bebida Nacional, una jornada que rinde homenaje a la producción vitivinícola que forma parte de la cultura del país desde hace más de quinientos años. La fecha fue establecida por el decreto 1800/2010, durante el Bicentenario, y ratificada luego por la Ley 26.870, que reconoció al vino como un producto cultural capaz de representar a la Argentina en el mundo. Desde entonces, esta bebida no solo ocupa un lugar en la mesa de los argentinos, sino también en su identidad colectiva.

La historia del vino argentino comenzó en 1551, en Santiago del Estero, cuando el clérigo Juan Cedrón plantó las primeras cepas de uva moscatel y país, provenientes de España y destinadas inicialmente a uso religioso. Con el tiempo, el cultivo se expandió a otras regiones del país, impulsado por figuras como Domingo Faustino Sarmiento. Entre todas las variedades, el Malbec se convirtió en la cepa emblemática, reconocida internacionalmente por su calidad y su adaptación al terroir local.

Hoy, la vitivinicultura argentina es una de las industrias más destacadas del país. Según datos de la OIV, Argentina es el sexto mayor productor de vino del mundo y el noveno exportador, distribuyendo más de 88 millones de litros solo en 2020. Mendoza concentra la mayor parte de la producción —más del 75%— seguida por San Juan, La Rioja, Salta y otras once provincias que completan el mapa vitivinícola nacional. El sector continúa en expansión: ese mismo año, la comercialización creció un 8,3%, con un notable aumento en el consumo de vinos tintos y blancos.

Entre las variedades más reconocidas del vino argentino se destacan el Malbec, el Cabernet Franc, el Pinot Noir, el Cabernet Sauvignon y el Chardonnay, todas con fuerte presencia en Mendoza, principal región productora del país. Con 223.000 hectáreas de viñedos, más de 900 bodegas y exportaciones hacia 127 países, la industria genera más de 380.000 puestos de trabajo directos e indirectos. Por todo ello, el Día del Vino Argentino Bebida Nacional celebra no solo una bebida, sino una tradición que impulsa la economía y representa al país ante el mundo.