El 18 de julio de 1994, la Argentina fue sacudida por uno de los atentados más devastadores de su historia. A las 9:53 de la mañana, un coche bomba explotó frente a la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), ubicada en el barrio de Once, en pleno corazón de Buenos Aires. El ataque, destruyó por completo el edificio, dejando un saldo de 85 muertos y más de 300 heridos. Esta tragedia no solo marcó a la comunidad judía argentina, sino que conmovió a toda la sociedad.

El atentado a la AMIA fue el mayor ataque contra una comunidad judía fuera de Israel desde la Segunda Guerra Mundial, un hecho que resuena profundamente en la historia del país y en la memoria colectiva de la comunidad judeoargentina. Con alrededor de 300.000 miembros, más del 80% radicados en Buenos Aires, la comunidad judía en Argentina constituye un pilar fundamental en el desarrollo social, cultural y económico del país. La tragedia de AMIA dejó una herida abierta, cuya cicatrización aún está pendiente debido a la falta de justicia y la impunidad que rodea a los responsables del ataque.

La respuesta a esta tragedia fue inmediata. Miles de argentinos, independientemente de su origen o religión, acudieron al lugar para colaborar con las tareas de rescate, tratando de salvar a las víctimas y recuperar objetos valiosos para la memoria histórica de la comunidad judía. Libros, documentos y esculturas que formaban parte de un legado cultural fueron recuperados entre los escombros. La solidaridad mostrada por la sociedad argentina en ese momento fue un reflejo de la conmoción que causó el atentado.

La AMIA, una de las organizaciones más emblemáticas de la comunidad judía en Argentina, tuvo desde su fundación el propósito de promover el bienestar y el desarrollo integral de la vida judía en el país. A través de diversas actividades y programas, busca asegurar la continuidad de la comunidad, sostener los valores de la cultura judía y fortalecer los principios de democracia y pluralismo. Sin embargo, a 31 años del atentado, el reclamo por justicia sigue siendo una deuda pendiente que persiste en la sociedad argentina, que espera respuestas claras sobre quiénes fueron los responsables de un crimen que sigue impune.