La celiaquía es una enfermedad autoinmune que se manifiesta por una intolerancia permanente al gluten, una proteína presente en el trigo, avena, cebada y centeno. En personas predispuestas genéticamente, el consumo de estos cereales provoca una reacción en el intestino delgado que altera sus vellosidades e impide la correcta absorción de nutrientes. Aunque el único tratamiento eficaz consiste en mantener una dieta sin gluten de por vida, llevarla adelante no es tarea fácil en un contexto donde los alimentos aptos suelen ser mucho más costosos.

Uno de los grandes desafíos que enfrentan las personas celíacas es obtener un diagnóstico certero. Los síntomas, como diarrea crónica, distensión abdominal, anemia, pérdida de peso y alteraciones en el estado de ánimo, suelen ser inespecíficos y de aparición progresiva, lo que retrasa la detección. El proceso diagnóstico requiere análisis de sangre y biopsia intestinal, herramientas fundamentales para confirmar la presencia de esta enfermedad que afecta tanto a niños como adultos, siendo más frecuente en mujeres.

En la Argentina, se estima que al menos el 1% de la población padece celiaquía, aunque muchos casos no están diagnosticados. Desde 2009, la Ley 26.588 reconoce de interés nacional la atención integral de esta condición, incluyendo la investigación, la formación profesional y el acceso a alimentos libres de gluten. No obstante, los precios elevados de estos productos siguen siendo una barrera cotidiana para miles de familias que deben afrontar un tratamiento costoso para cuidar su salud.

El reclamo central de la comunidad celíaca gira en torno a la necesidad de una política de precios más equitativa y a un mayor control de la calidad y seguridad de los alimentos. En este sentido, la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica (Anmat) ofrece una base de datos para verificar qué productos son aptos para el consumo celíaco. Aun así, la oferta sigue siendo limitada y dispar en distintos puntos del país.

En el marco del Día del Celíaco, organizaciones y pacientes insisten en que comer sin gluten no debería ser un privilegio, sino un derecho garantizado. La difusión, el acompañamiento médico y un acceso real a alimentos seguros y accesibles son pilares fundamentales para que las personas celíacas puedan llevar una vida plena y saludable, sin que su diagnóstico represente una carga económica o una dificultad cotidiana.