El Hospital de Niños Víctor J. Vilela puso en marcha un programa innovador que incorpora animales como acompañantes terapéuticos de pacientes pediátricos. La iniciativa, autorizada por el municipio y formulada como una prueba piloto de seis meses, habilita el ingreso controlado de perros especialmente entrenados para brindar apoyo emocional a los niños y niñas internados. La propuesta surge en línea con la tendencia internacional que reconoce el valor de los animales en el bienestar integral de los pacientes.
La subdirectora del establecimiento, Nelly Guaymas, destacó que el impacto emocional es inmediato. “Es un gran paso. Disminuye los niveles de estrés y ansiedad del niño. Lo acabamos de ver con un chico de diez años que había amanecido desanimado y después de estar con los perros estaba contento”, sostuvo. El objetivo central es acompañar el tratamiento clínico con una instancia de contención afectiva que mejore el ánimo y el vínculo del niño con su proceso de recuperación.
Las primeras visitas estuvieron a cargo de Zafira y Cala, dos perras de 10 y 7 meses que ya recorrieron salas y patios del hospital generando interacciones positivas con los pacientes. Bajo el cuidado de Juan, su adiestrador, las perritas demostraron la capacitación necesaria para desempeñarse en entornos hospitalarios. “No importa la raza: el entrenamiento comienza desde muy temprano para que se habitúen a espacios concurridos y a la interacción con niños”, explicó.
El programa establece un acompañamiento regulado por un comité evaluador que seleccionará a los animales según criterios de comportamiento, salud, vacunación, edad e interacción con los pacientes. Durante esta fase inicial, las visitas tendrán un máximo de 30 minutos y siempre deberán realizarse bajo la supervisión del responsable del animal. La normativa apunta a integrar la dimensión emocional y mental dentro del tratamiento médico, reforzando un enfoque de salud integral.
La experiencia cuenta con sustento profesional: según la Asociación Argentina de Terapia Asistida, las intervenciones con perros mejoran la calidad de vida y favorecen dimensiones físicas, sociales, cognitivas y emocionales de los pacientes. En ese sentido, el Vilela se suma a un movimiento que crece en hospitales públicos y privados de todo el mundo. El encuentro con un animal sobre todo cuando forma parte del núcleo afectivo del niño ofrece un momento de alegría, calma y contención dentro del tratamiento, consolidando su rol como herramienta terapéutica valiosa.

