La detención de Waldo Alexis Bilbao, uno de los delincuentes más buscados de Santa Fe, tuvo indicios cinematográficos. El operativo se concretó el pasado viernes en un departamento del piso 18 de los monoblocks del complejo residencial El Palomar, en barrio Martin de Rosario, luego de un extenso trabajo de inteligencia que incluyó vigilancia encubierta, escuchas telefónicas y hasta el uso de binoculares desde la vía pública.
El seguimiento se centró en Guadalupe Torres Servín, pareja de Bilbao, quien cumplía arresto domiciliario acusada de ser presta nombres de la organización criminal. Los agentes de la Central de Inteligencia y Operaciones Especiales (Ciope) observaron sus rutinas durante ocho meses: Idas al supermercado, llevar a sus hijos a la escuela y otras actividades cotidianas. Pero un detalle cambió el rumbo de la investigación: Un pedido de pastillas anticonceptivas a una farmacia. Para los investigadores, esa solicitud sugería que Bilbao estaba oculto en el lugar.
La hipótesis se reforzó días después, cuando a través de los binoculares divisaron la silueta de un hombre robusto en el balcón del departamento. Con esa pista, el juez federal Eduardo Rodrigues Da Cruz ordenó el allanamiento. El operativo se realizó el viernes por la noche con participación de la Ciope y la Tropa de Operaciones Especiales.
Al irrumpir en el inmueble, los efectivos escucharon ruidos en una puerta lateral del baño. Allí estaba Bilbao, quien intentaba ocultarse en un pequeño escondite que había utilizado en otras inspecciones de Gendarmería. Durante el procedimiento, se secuestraron celulares escondidos en diferentes sitios: Uno de ellos bajo un lavarropas y otro dentro de la caja de un tensiómetro.
Con la presión arterial disparada por su condición de hipertenso, Bilbao no ofreció resistencia y fue detenido. De esta manera, finalizó la búsqueda de ocho meses sin que se utilizara la recompensa de 50 millones de pesos que había ofrecido el gobierno provincial para dar con su paradero.