En una geografía donde las exportadoras llegan a facturar hasta 200 mil pesos por minuto y no pagan ingresos brutos, la distancia entre los que más ganan y los que menos tienen es de 20 veces, según los datos oficiales.

Mientras las grandes empresas despiden sin razón y ni siquiera se presentan ante el Ministerio de Trabajo santafesino, hay 133 mil trabajadoras y trabajadores desocupados y subocupados en Santa Fe y Rosario. Uno de ellos, obrero de Mefro Wheels, habitante del agujero negro de los sin trabajo, decidió suicidarse, cuestionando, dramáticamente, la vigencia de un sistema perverso y cínico.

La mayoría de los desocupados son pibas y pibes menores de treinta años pero las más precarizadas, víctimas de una cultura machista, son las mujeres, casi en un 40 por ciento.

De acuerdo a las últimas cifras, en la provincia se producen más de 31 mil accidentes laborales al año, a razón de 85 por día. Y un trabajador pierde la vida cuando busca ganarla cada cuatro días.

Por eso hablamos de la vigencia de las banderas de la huelga del primero de mayo de 1886.

Porque no solamente son imprescindibles las ocho horas para el trabajo, ocho horas para el estudio y la alegría y ocho horas para el amor y el descanso, sino también las necesarias ideas y luchas por una sociedad donde la noble igualdad, alguna vez, forme parte de la vida cotidiana de los santafesinos en particular y los argentinos en general.

En ese sentido, en homenaje a todas y todos los que cayeron en la porfiada insistencia por la dignidad humana, en reconocimiento a los que luchan todos los días por un presente mejor, como dirían los viejos dirigentes de fines del siglo diecinueve:

¡Viva el Primero de Mayo!.
¡Viva el Día Internacional de los Trabajadores!.
¡Viva el sueño colectivo inconcluso de la Igualdad!

Carlos Del Frade

Periodista – Diputado Provincial