El derrumbe ocurrido anoche en Oliveros, en una vieja construcción clausurada sobre Buenos Aires al 300, dejó tres heridos y daños materiales de consideración. Pero entre el caos, emerge una historia que pudo terminar en tragedia: La de Lucas Zuvuria, el joven comerciante del local de motos que quedó atrapado bajo los escombros y logró sobrevivir de forma casi inexplicable.

“Se corta la luz y al minuto siento un golpe tremendo, como un trueno… miro arriba y se me vino todo abajo”, relató a IRÉ aún conmovido. En cuestión de segundos, la pared de la obra lindera se desplomó sobre su comercio, partiéndole el escritorio al medio. “Me quedé atrapado entre los escombros, formado como un triángulo. No podía salir, la lluvia y el viento eran una locura”, recordó.

Mientras la tormenta seguía golpeando, Lucas entendió que tenía solo una salida. “Había una puerta de madera al lado. No sé cómo hice, pero la rompí y trepé. Caí para el otro lado y pude escapar”, explicó. Su supervivencia se definió por segundos: “Hoy la cuento porque un minuto antes yo estaba justo donde ahora no quedó nada”.

Detrás de su alivio, aparece también la bronca. “Es mi trabajo, mi sueño… y esto se pudo haber evitado. Era una obra clausurada hace meses”, lamentó.

El derrumbe también afectó a viviendas dentro de la manzana: Una vecina quedó atrapada entre los escombros, sin luz en el momento de la emergencia. Según Bomberos Voluntarios, tres personas resultaron con heridas leves. En el lugar trabajaron los móviles 12 y 13, policía y el Juzgado de Faltas local, realizando tareas de prevención y resguardo.

Pero la imagen que marca la noche es la de Lucas escapando entre los restos de su propio local, convencido de que estuvo frente a algo límite. “Lo único que pensé es que mi vida no podía terminar así… tengo mucho por dar”, dijo. Hoy, vivo de milagro, puede contarlo.