Arriba del avión todo parecía tranquilo. La postal arrojaba una familia con destino a Italia. Héctor, el pequeño Emilio al medio y Marta. Sus sonrisas cómplices invadidas de alegría por un nuevo amanecer en el viejo continente, que en profundidad callaban cinco años de tristes noches. Con la mirada clavada en uno de los vértices de la ventanilla, Marta es interrumpida en su recorrido mental por el pequeño que abre ?la mesita? del avión y saca de su bolso de tela una tómbola confeccionada a mano. ¿Jugamos?

Quién diría que cinco años atrás un sábado 25 de octubre de 1975 mientras Marta abría la torta para ponerle dulce de leche en el medio, varios hombres de civil ingresarían a su casa. Ella con Emilio creciendo en su panza de casi ocho meses. Con rudeza, armados, tiran al piso a Héctor, y a Marta la pusieron contra la pared. Les vendaron los ojos. Fueron tres días donde estuvieron desaparecidos.

Marta y Héctor se casaron en diciembre de 1974 y se fueron a vivir a Villa Ana, donde estaba la Forestal de Los Ingleses, la explotación de los taninos en el norte de Santa Fe. Él se había ido un año antes y consiguió trabajo como director de una escuela agro técnica que dictaba cursos. Además asesoraba a una cooperativa de trabajo agrícola y a la Liga Agraria. Ella era docente y acompañaba en la organización gremial a los hacheros.

?Quizás por mi embarazo creo que no fueron tan duros conmigo?, cuenta Marta a cuarenta años del golpe militar del 24 de marzo de 1976 que los encontró ya encarcelados como presos políticos. ?No fui torturada físicamente como Héctor, pero si psicológicamente porque me hacían escuchar lo que le hacían a él, amenazándome todo el tiempo ? Si tu marido no canta te venimos a buscar a vos –  o estuvimos los tres días sin comer?.

?La idea que teníamos nosotros es que había que reprimir a las Ligas Agrarias y yo por dar los cursos era reconocido, pero no era un campesino. Era más fácil encarcelar a alguien que había venido desde afuera. No hubo más detenidos hasta después del golpe porque hubo una gran manifestación en todo el norte?, cuenta Héctor.

Tres largas noches pasaron sin que nadie sepa de ellos, ni siquiera ellos mismos sabían donde estaban hasta que los ?blanquearon?. Pasaron a ser presos políticos, Marta tuvo como destino la cárcel de Devoto y Héctor primero estuvo en Resistencia y después lo trasladaron a un penal de máxima seguridad en Rawson.

?Uno vivía pensando hasta donde van a llegar. ¿Qué van a hacer conmigo? Porque lo que te queda claro es que estás en sus manos. Ellos tenían esa forma de dirigirse a uno haciéndote sentir nada, ?no te hagas ilusiones?, ?te vas si yo quiero?. Esa impunidad?, revive Marta. Fueron cinco años hasta que se volvieron a encontrar, los tres. Emilio nació a dos meses del cautiverio.

?Recuerdo todavía la desesperación que me dio el día en que la celadora nos llamó a todas las que estábamos en el salón de maternidad, con una sonrisa de oreja a oreja, para leernos el decreto que anunciaba que los bebés sólo podían estar hasta los seis meses con la mamá y después se los tenían que llevar. Emilio estaba enfermo con una gastroenterocolitis y lo tenía mi mamá. Mande a decir que me lo llevaran porque quería estar con él?, recuerda con tristeza Marta.

Cada 45 días la abuela y el pequeño Emilio viajaron a Buenos Aires, así lo permitía el régimen. Seis días cada 45. Marta vio crecer a su pequeño tras la ventanilla de las visitas. Sus manos no se tocaron hasta que pudo salir de Devoto. Héctor por su parte, conoció a su hijo a los tres meses en Resistencia, y lo volvió a ver una vez más en Rawson.

Ya en el avión, La postal de aquel día determinaba una familia partida como un gran rompecabezas, pero felices de estar juntos. ?Emilio se quedó con nosotros con mucha naturalidad?, contaron sus padres, desde el momento en que subieron al avión en búsqueda de una nueva vida. El destino fue Italia donde una familia los recibió, al tiempo y aún sin democracia vivieron un año y medio en Brasil. Con la llegada de Alfonsín, y al levantarle su disposición del decreto del PEN volvieron al país. Emilio hoy tiene 40 años.