A partir del 10 de diciembre, el Congreso de la Nación tendrá una nueva configuración política marcada por el avance de La Libertad Avanza (LLA), que sumará 93 diputados propios, a los que se agregarán 14 legisladores del PRO. Con este número, el bloque libertario y sus aliados alcanzarán alrededor de un centenar de bancas, consolidándose como la primera minoría efectiva en la Cámara Baja y logrando superar el tercio necesario para influir en el debate legislativo.
La alianza entre LLA y el PRO le permitirá al oficialismo acercarse al quórum propio —fijado en 129 votos—, aunque aún deberá recurrir al acompañamiento de sectores dialoguistas y aliados provinciales para aprobar proyectos clave. En ese esquema, las negociaciones con bloques menores y legisladores independientes serán fundamentales para sostener la agenda impulsada por el Ejecutivo.
Del otro lado, el peronismo conservará una bancada de 97 diputados, manteniendo la primera minoría formal. Este dato resulta decisivo en el reparto de poder interno, ya que las principales comisiones —Presupuesto, Asuntos Constitucionales, Legislación General y otras— se definen en función del peso parlamentario de cada bloque. Pese a la derrota electoral, el justicialismo conservará un rol clave en la negociación política.
Provincias Unidas, en tanto, quedará con 17 representantes, apenas una banca menos de las que ponía en juego, y se perfila como un actor de equilibrio en un Congreso fragmentado. El nuevo mapa legislativo anticipa una etapa de acuerdos cruzados y negociaciones permanentes, donde el oficialismo libertario deberá desplegar su capacidad política para avanzar con su programa de reformas.

