El 30 de octubre siempre será una fecha especial. En cada rincón del país, las historias sobre Diego Maradona se reviven con emoción. Pero en Totoras, ese recuerdo tiene un significado único. Porque allí, hace ya tres décadas, el astro argentino no solo jugó un partido, sino que dejó una lección de humanidad que sigue conmoviendo a quienes fueron testigos.

El 6 de mayo de 1995, un año después de la suspensión por doping en el Mundial de Estados Unidos, Maradona llegó a Totoras para disputar un partido que le serviría de preparación para su regreso al fútbol profesional. El encuentro se organizó casi de un día para el otro, con la ayuda de su amigo Juan Amador Sánchez, y se mantuvo en secreto hasta el mismo día. La noticia de su llegada se difundió horas antes a través de una radio local, desatando la euforia de la comunidad.

Entre los presentes estaba Hernán Fonseca, un joven de 19 años que había quedado en silla de ruedas tras un accidente automovilístico. Había sido arquero del club Unión de Totoras y soñaba con llegar a Boca Juniors. Cuando supo que Maradona estaba en camino, lo esperó a la entrada del pueblo. Al llegar, Diego conoció su historia y lo invitó a acompañarlo durante toda la jornada. En la cancha, frente a unas 3.500 personas, ocurrió el momento que quedaría para siempre en la memoria colectiva. A los cinco minutos del segundo tiempo, Maradona detuvo el partido, se acercó hasta Hernán, le entregó su camiseta y le dijo una frase que se volvió leyenda: “Dale loco, metele, hay un montón de gente que te quiere ver bien… y hacé de cuenta que mis piernas son tus piernas”.

“Dale loco, metele, hay un montón de gente que te quiere ver bien… y hacé de cuenta que mis piernas son tus piernas”.

Aquel gesto cambió para siempre la vida de Hernán y la historia de Totoras. Años más tarde, cuando Maradona atravesaba una delicada situación de salud, el joven decidió devolverle el mensaje con una carta que decía: “Recuperate pronto, mi corazón es tu corazón”. En 2005, durante el programa “La Noche del 10”, Hernán tuvo la oportunidad de leerle esas palabras en vivo, cerrando una historia que parecía de película.

Hoy, en el día en que el mundo recuerda el nacimiento de Diego, Totoras vuelve a emocionarse al rememorar aquella tarde de 1995.