La U17 del Club Maciel volvió a gritar campeón en el cuadrangular final del Nivel C de la ARBB, esta vez ante su gente y con una actuación sólida que reafirmó el camino de formación que vienen construyendo. La victoria por 91 a 73 ante Ciclón BBC cerró un año intenso para un plantel que combina talento, carácter y un modelo de trabajo que ya empieza a dejar huella.

Los entrenadores Federico Rodríguez y Luciano Venturino viven este bicampeonato como la confirmación de un proyecto que prioriza el crecimiento integral. Para ambos, la mayor satisfacción pasa por lo formativo. Rodríguez lo resumió con claridad: “La satisfacción más grande es ver crecer a los chicos; es la prueba de que el compromiso con la formación funciona”. Venturino agrega que el título reafirma que el club está trabajando bien desde la base, con un proyecto serio y sostenido en el tiempo.

Una final de identidad y carácter

El rendimiento ofensivo (91 puntos en una final) no fue casualidad. Los DT plantearon desde el inicio un equipo intenso, agresivo defensivamente y dinámico en ataque, apoyado en lecturas y juego por conceptos. Ambos coinciden en que la disciplina táctica y la confianza fueron determinantes.

Además, gran parte del plantel entrenó a lo largo del año con la Primera División, algo que, según remarcan, les dio un salto de madurez y rodaje competitivo para este tipo de instancias.

Pero más allá de lo deportivo, destaca la identidad del grupo. Venturino resalta que son chicos “muy competitivos, con muchísima personalidad y un enorme sentido de pertenencia”, mientras que Rodríguez subraya la humildad y el respeto que muestran fuera de la cancha. Un combo que se refleja en cada presentación.

El plus emocional de ser locales

Definir el cuadrangular en el estadio de Maciel tuvo un impacto directo en el rendimiento del equipo. Rodríguez afirma que jugar de local fue un premio al compromiso de toda la comunidad del club, y Venturino coincide: El acompañamiento de familias, dirigentes y colaboradores fue un motor emocional que potenciaba cada pelota disputada.

Ambos coinciden en que la escena final, los pibes festejando con las tribunas repletas, fue una postal que sintetiza el espíritu del proyecto.

Una temporada con desafíos y aprendizaje

Los entrenadores reconocen que la temporada tuvo tramos difíciles, desde lesiones hasta un calendario irregular. Venturino menciona que por momentos debieron enfrentar rivales en formación, algo que “no beneficia a nadie”, pero rescata que la humildad, la autocrítica y el diálogo fueron claves para atravesar cada obstáculo.

El mensaje del cuerpo técnico fue claro durante todo el año: La dedicación en los entrenamientos es la única forma de sostener un proceso ganador.

Un proyecto colectivo, no solo deportivo

Rodríguez y Venturino destacan especialmente el trabajo del staff que acompaña el día a día del básquet en Maciel. Desde los entrenadores de inferiores hasta quienes sostienen el básquet femenino, todos cumplen un rol fundamental en el desarrollo de esta camada.

Para ellos, este bicampeonato es también un reconocimiento al compromiso silencioso de quienes forman, acompañan y hacen posible que los chicos sigan creciendo.

Lo que viene: Seguir creciendo desde la humildad

Si bien el título consolida un proceso, los entrenadores remarcan que todavía queda mucho por trabajar. Señalan la necesidad de seguir mejorando espacios y aumentar estímulos de entrenamiento, pensando en un nivel de exigencia cada vez mayor.

Lo que desean que quede en la memoria del club no es solo un trofeo: es una forma de ser. Rodríguez lo sintetiza en una idea que ambos comparten: “Que esta camada sea recordada por su humildad, su sacrificio y su sentido de pertenencia. Porque los sueños se cumplen cuando el trabajo es colectivo”.

Y los dos dejan una frase que ilusiona: Maciel tiene presente y futuro. Y esta U17 es una muestra clara de eso.