Profe de educación física de la escuela primaria, ex presidente del club Sportivo Belgrano, técnico y motor fundacional de la antorcha de las olimpiadas oliverenses. Pelado Raymonda logró trascender primero por su entrega para sostener el proyecto con una grilla llena de actividades, siempre el primero en llegar y el último en irse. Generó tan lindas anécdotas que hoy los chicos de ayer se unieron para transmitir la misma pasión y hacer de las vacaciones de verano de los nińos de hoy, un momento esperado. A 50 años hay muchas risas, juegos y anécdotas, de generación en generación, que encuentran en el club su lugar. Gracias por tanto Pela! Para ir avanzando en el clima de este año especial mira el homenaje que le preparó en la gala pasada el equipo blanco.
Hoy el equipo blanco se enorgullece en este homenaje, porque quien no tiene una anécdota o un recuerdo en algún rinconcito de nuestro corazón que con el solo hecho de pensarlo nos alegre el alma. Hiciste que en nuestra infancia, adolescencia y juventud aprendiéramos que el lugar para divertirse, compartir y tantas cosas más, fuese el club. Sí, nuestro club, nos enseñaste a defender sus colores por arriba de todo, pero siempre respetando a nuestro adversario. Quizás no nos alcance la vida para agradecerte, hoy con un pantallazo vamos a hacer un poco de memoria. Tal vez algunos de los más chicos que hoy son participantes de estas Olimpiadas no te conozcan en persona, pero que papá o abuelo no les habrá contado quién era el pelado.
El profe de Educación Física en la escuela, nos enseñaste a jugar al básquet, al voley y muchos deportes más. Competíamos en los famosos intercolegiales, nos preparabas para la gala de gimnasia anual escolar. ¡Cómo no recordarlo! Y cuando llegaban las vacaciones de verano, sabíamos que teníamos la diversión acumulada, porque llegaban ellas, las tan esperadas Olimpiadas Oliverenses. Uno por uno, casa por casa, en bici o de boca en boca, avisabas qué grupo nos había tocado.
¿Y quiénes iban a ser los privilegiados capitanes? ¿Y por ende qué color de remera debíamos usar? ¿Revolviendo el placard o pidiendo alguna prestada? Pero desde el día que la antorcha se encendía, estábamos todos presentes. Nadie se las quería perder.
No sólo las organizaba. Era el que se encargaba de todo. Desde el arbitraje hasta el último horario de alguna categoría. El que primero llegaba al club y el último en irse, dejando todo listo para el día siguiente. Desde el principio, desde que en este lugar se jugaba bajo la luz de las estrellas, estabas vos, firme al pie del cañón, y nosotros lo sabíamos.
En los encuentros federativos, amistosos o las olimpiadas, no se te perdía ni el más mínimo detalle de nada, rodeado de gente que se contagiaba con tu energía y te acompañaba. Y tus viejos, Don Tito y Doña Hilda, ellos también, siempre firmes cuidándote la espalda y disfrutando de tus logros. Ibas donde ibas, ¿quién no te conocía? Y nosotros, orgullosos.
¿Cuántos viajes? ¿Cuántas anécdotas? ¿Cuántos recuerdos? Como entrenador llegaste muy lejos, no solo con el basquet masculino, sino también con el femenino. Si te habremos hecho renegar todas las mujeres. En los 90, un equipo con casi todas las jugadoras del pueblo, alumnas tuyas desde Cebollitas, ascendimos a la Liga Nacional A, fruto de tu esfuerzo y dedicación como profe, dejando los colores de nuestro club en lo más alto, siempre como maestro de vida.
Artífice de tantos eventos, siempre en acción, hasta un grupo de teatro armaste, con adultos, jóvenes y niños del pueblo. Y qué actores, por favor. Un éxito increíble. Y donde nadie faltaba esa cita. Esos días de invierno, acá en nuestra casa, nos hacías reír, divertir y compartir gratos momentos.
Y los eventos en la iglesia, desde el pesebre viviente hasta los campamentos, fogones, caminatas. Cuántas cosas, Pela. Es imposible decir todo en un día. Solo una ráfaga de todo lo maravilloso que hiciste, que lograste, que nos permitiste disfrutar. Hoy queremos agradecerte por tanto, por enseñarnos no solo en el deporte, sino también en la vida.
Las reglas de convivencia, el respeto hacia el otro, el compañerismo, la humildad, la diversión, la competencia sana, la dedicación, la responsabilidad, la empatía, la perseverancia, la puntualidad. Que estar en un club haciendo actividades es sano, que alimenta al alma y nos fortalece. Y más ahora en estos tiempos tan difíciles, no te imaginás lo que significa para nosotros, como padres, que nuestros niños estén acá y disfruten de hacerlo. Los años pasaron y nuestros hijos se unieron, con corazones sedientos de todo lo hermoso que habías creado, porque lo vivieron o porque se lo contamos. Con corazones rojos, azules y blancos, fueron aprendiendo, enseñando y disfrutando, generación tras generación, la herencia más linda que nos podías haber dejado.
Y te aseguramos que año tras año, en cada latido, en cada sonrisa está el espíritu olímpico intacto. No existe mayor orgullo en la vida que poder homenajearte, porque sos un guerrero, porque a pesar de todo siempre la seguiste peleando, porque sos un ejemplo de vida, porque tu fortaleza es lo que hace que hoy pueda estar acá acompañándonos y nosotros, nosotros felices, contentos de poder hacerlo.
Desde que te vio crecer, hasta tu bisnieta Julia y la colo Ozuna. Gracias Pela, gracias por tanto. Hoy como equipo blanco, como equipo azul, como equipo rojo. Como papás, como pueblo, somos felices cada día de estas Olimpiadas. Estas Olimpiadas que fueron creadas con tanta pasión, amor y dedicación. Ahora disfrutá, disfrutá de todos tus logros, que año tras año ha quedado en buenas manos tu legado.
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