Celulosa Argentina atraviesa una de las crisis más graves de su historia. La empresa cerró su último balance con pérdidas por $172.634 millones, ingresos 44% menores al año anterior y un patrimonio neto negativo de $23.774 millones, lo que la deja en situación de quiebra técnica.
La falta de capital de trabajo obligó a detener la producción en las plantas de Capitán Bermúdez y Zárate, mientras que la filial correntina Forestadora Tapebicuá suspendió sus operaciones, afectando a más de 500 trabajadores. En el segundo semestre, las ventas se desplomaron un 52% interanual, reflejando el deterioro del mercado interno.
En lo financiero, la compañía cayó en default al no poder afrontar vencimientos de deuda por u$s128 millones. El plan de reestructuración presentado en junio, que incluía postergar pagos por dos años y reducir intereses, no obtuvo la adhesión suficiente de los acreedores. A la presión económica se sumó la judicial: Tecmaco Integral, uno de los principales proveedores, pidió la quiebra de la firma en los tribunales de San Lorenzo.
Con plantas inactivas, ventas en caída y sin financiamiento, el futuro de Celulosa depende de conseguir inversores que inyecten capital de manera urgente. De lo contrario, la histórica papelera fundada en 1929 podría enfrentar un desenlace judicial inminente.