Una vecina de Barrancas evitó que un hecho de violencia contra la fauna local terminara en tragedia. Cerca de la una de la madrugada, observó a un grupo de menores, de apenas 11 y 12 años, intentando atacar con palos a una pareja de teros y sus pichones que habitan el predio del ferrocarril, frente al boulevard. Su intervención inmediata permitió resguardar a las aves, que desde hace tiempo conviven y cuidan ese espacio.
Los vecinos de la zona cuentan que la pareja de teros es parte del paisaje cotidiano: Caminan, anidan y crían allí mismo. Sin embargo, su supervivencia es cada vez más difícil. Durante el día, la madre tero debe enfrentar amenazas constantes, desde iguanas que buscan los nidos hasta niños que utilizan gomeras. Por la noche, las agresiones cambian de forma, pero no de gravedad: Aparecen personas que se acercan con palos para lastimar a las aves.
Lo ocurrido anoche no es un hecho aislado. En el predio ya se registraron episodios similares, y la comunidad afirma que este tipo de situaciones se repite con frecuencia. La falta de regulación municipal y el uso indiscriminado de gomeras convierten a estos animales en blanco fácil. Además del daño a la fauna, estos ataques representan un riesgo para la seguridad de quienes circulan por la zona.
Ante este escenario, crece el pedido de que Barrancas adopte una ordenanza, o adhiera a la que ya rige en Coronda, que prohíba el uso de gomeras y establezca medidas de protección para las aves. “Cuidar a las aves es cuidarnos como comunidad”, remarcan desde distintos espacios. La intervención de una vecina salvó a los teros esta vez.

